Álbum

Putochinomaricón

pasadas de modaElefant, 2023

08. 11. 2023

“pasadas de moda” es el segundo volumen de la cuatrilogía “SMHD: Segundos Minutos Horas Días” de Putochinomaricón, cuatro discos con una proyección lineal en los cuales versa sobre el tardocapitalismo, el colapsismo del fast fashion y la visión del arte como producto de usar y tirar, entre otras corrientes de pensamiento distópicas y (casi) posapocalípticas. Todo esto ha sido unificado por le autore bajo el concepto de “arte contenido” o, lo que es lo mismo, el conflicto actual entre ser artista o ser creador de contenido online.

El primero de los trabajos de la saga, Afong (mordió la mano del amo) se centraba en la identidad de Chenta Tsai, el alter ego de Putochinomaricón. Le artista multidisciplinar, originario de Asia del Este, alterna sus rutinas de composición entre Taiwán y Madrid: mientras que en la ciudad española sus vivencias provocaron un álbum centrado en cuestionar la representación, la visibilidad y el racismo, en el estado insular puede dedicarse a dialogar sobre el aceleracionismo y la inmediatez en sus estados más puros (al no cargar con el peso de ser una minoría). Así, se nota que ese es el punto de partida de “pasadas de moda”, un título satírico en sí mismo: ¿hemos llegado al punto en el que algo tiene fecha de caducidad antes de ser publicado?

Del mismo modo que sucede con el discurso y la narrativa, también existe un cambio sustancial en el sonido: “Afong (mordió la mano del amo)” seguía manteniendo la estela hyper que ya asomaba en Corazón de cerdo con ginseng al vapor (2018), su primer trabajo, pero “pasadas de moda” explora otros paisajes más cercanos al electropop, el synthwave o el techno dance (e, incluso, algo de boybands k-poppers). Los discos de Putochinomaricón suelen pecar de broma constante, así que no sería sorprendente que esta reminiscencia o nostalgia por los géneros musicales de comienzos de siglo sea una nueva vuelta de tuerca en su mordacidad: todo lo que sube baja (…) un, dos tres, ya se fue, de tendencia, demodé es una de las frases estrella con las que comienza su mixtape, sobre una base que guiña el ojo a esos 2000/2010 electrónicos de los que ya nadie parece acordarse.

El trabajo prosigue con otros diálogos acerca de la posmodernidad o el concepto warholiano (mencionado en “arthoe”) sobre los 15 minutos de fama, convirtiéndose en un ensayo irónico y mucho menos kitsch de lo que parece a simple vista: “Mamá, quiero ser viral” es una crítica que, cantada desde la primera persona, también suscita empatía y vulnerabilidad (¿a qué zillennial blanco de familia estructurada no le dijeron de pequeño que era especial?). “soy un idiota”, “arthoe” o “tu padre es un facha y tu madre una terfcontinúan con esa crítica hacia arquetipos juveniles de las nuevas generaciones, a los que Chenta denomina NPC en su ya usual léxico hiperteconlógico: sean más transgresores o vayan más de modernos, todos los personajes ideados por le artiste responden a un perfil normativo, cis, de familia adinerada (aunque intenten ocultarlo) y caucásico. Lo diferencial de su relato, sin embargo, es el regusto agridulce, basado en la mímesis, de algunas de sus letras: “el autosabotaje es mi mayor destreza y quizás la raíz del problema soy yo” (“soy un idiota”) canta Chenta mientras hace que te preguntes si no es una vida más agradable la del NPC, que va a cenar a La Tagliatella y ve un blockbuster cada noche.

En otro grupo de canciones sigue habiendo espacio para su identidad (doblemente) minoritaria: en “bla bla bla” elle reivindica su derecho a la fiesta y el baile sin la necesidad de entablar una conversación didáctica con nadie, mientras que en “la rae (me la trae)” defiende los neologismos y el género neutro para las personas no binarias mientras algún nativo condescendiente admira su español.

El contraste entre ambos bloques temáticos es lo que brinda a “pasadas de moda” su percepción conceptual: ya sea sobre su espacio dentro del mundo o la visión del mundo desde su individualidad, el universo creativo (y crítico) de Chenta siempre aporta una nueva perspectiva. El propio concepto de arte contenido ha sido extraído por le artiste a través de la observación participante: es inseparable el Putochinomaricón de Spotify del de Instagram, pues sus discos forman un universo creativo (mayormente virtual) que trasciende las fronteras de lo estrictamente sonoro. Supongo que lo que más cabe preguntarse ante su nuevo trabajo es: ¿hasta qué punto contribuimos a lo que criticamos? ∎